Con el último trámite de la ley de Fraccionamiento hemos dado un paso fundamental para poner fin a la corrupta ley Longueira, traspasando un porcentaje importante de la cuota global hacia el sector artesanal por un monto que equivale a 160 millones de dólares, entonces estamos dando justicia a un sector que por más de una década se vio golpeado por una ley que fue dictada al oído por la industria en favor de sus intereses, quienes aún hoy, siguen presionando para no perder sus beneficios y prueba de ello es el anuncio de Camanchaca pidiendo compensaciones, lo que me parece insólito.
Dicho lo anterior, quiero remarcar que en Biobío tenemos una dinámica que no se da en el resto del país, ya que acá tenemos una alta presencia de la industria y una presencia tan o más potente de la pesca artesanal, entonces lo que hemos buscado es que pueda lograrse una sana convivencia entre unos y otros, y creo que lo hemos logrado en una gran medida.
Lo que queda de ahora en adelante es potenciar el consumo humano, en donde no necesariamente tienen que ser las grandes industrias quienes realicen de forma exclusiva este trabajo, ya que sabemos que hay pymes pesqueras que pueden realizar perfectamente este trabajo y es a esas empresas a las cuales se les debe tender puentes para que logren mejorar la producción.
Asimismo, los pescadores artesanales tienen que mejorar en la tecnología de sus embarcaciones para asegurar la calidad de los productos que finalmente llegarán a nuestras mesas.
Finalmente, no puedo perder de vista lo que tiene relación con la plataforma social, anhelo de larga data de los pescadores artesanales, por lo que en la discusión general de la nueva Ley de Pesca seguiré buscando las medidas respectivas para asegurar este mecanismo, y darles nuevas certezas a los más de 105 mil pescadores y pescadoras artesanales que se encuentra inscritos en el respectivo registro».

